Esta noticia me ha espoleado a escribir. Hacía tiempo que no cogía el teclado o el bolígrafo para expresar mis emociones. Leer sobre Carmen, una niña de cuatro años, y su madre, que se ve a diario teniendo que cubrir la falta de apoyos en la escuela, me ha removido por dentro. Primero porque lo he vivido al igual que otras muchas madres, es algo que no deja de doler por mucho tiempo que pase, sobre todo cuando veo que se repite una y otra vez en otras familias.
No sólo me ha pinchado la situación educativa en sí, sino también cómo está redactada la noticia.
Empieza describiendo a Carmen por su enfermedad y las consecuencias que de ella se derivan a la hora de comer, respirar o de desplazarse. No la describe como una niña más o menos simpática o alegre, con ganas de jugar, de hacer amistades. No, la describe como enferma y lo relaciona con las necesidades de apoyo en la escuela.
Ninguna de esas cuestiones tienen que ver con los apoyos educativos que necesita. Tienen que ver con el sistema de salud, que por lo visto se está ocupando de ello y no parece que lo esté haciendo nada mal, ya que está procurando que Carmen pueda asistir a su colegio.
A ver si nos queda claro de una vez: los diagnósticos médicos son datos privados protegidos. Estos datos no tienen nada que ver con el diagnóstico pedagógico que debe realizar la escuela, en el que tienen que establecerse las necesidades educativas y de apoyo para que cada menor pueda aprender y participar en el aula con el resto del alumnado de su edad.
¿Quiénes están fallando de forma monumental? El sistema educativo de entrada, pero no sólo éste. También falla la Consejería de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad. Me explico.
La figura de Personal Técnico de Integración Social (PTIS) que es el recurso del que dispone Educación, en este caso no sirve de mucho porque se le da al centro y no a la alumna, con lo que el tiempo se reparte con el resto del alumnado con necesidades de apoyo.
Seguramente, Carmen tendrá concedido el certificado de discapacidad y lo más probable es que haya sido valorada como gran dependiente por la llamada ley de dependencia, con lo que a su madre le habrán concedido la prestación de cuidado familiar, que visto lo visto le sirve de bien poco. Estoy convencida de que, en ningún momento, le han hablado del derecho que tiene su hija a percibir la prestación de Asistencia Personal, a través de esta Ley, con la que debería poder contratar a una persona con un perfil de docente que pudiera ejercer de maestro/a sombra. Es una figura, que otras familias pueden pagar, no es el caso, entre otras cosas porque la madre de Carmen tiene que estar cubriendo la falta de los apoyos que Carmen necesita, por lo que no puede trabajar.
La Asistencia Personal es única y exclusivamente de la persona que tiene reconocido el derecho. Carmen asistiría al colegio con su asistente personal del mismo modo que va con su silla de ruedas, ambos son recursos que precisa. Esto haría posible su inclusión educativa y social, dentro y fuera de la escuela, al mismo tiempo que haría posible para su madre otra forma de cuidar de su familia, entendiendo los cuidados como sostenimiento de la vida y conciliándolos con el trabajo si quisiera.
La Educación Inclusiva no sólo compete al Ministerio de Educación, sino que interpela a otros ministerios como Asuntos Sociales o Igualdad, a las administraciones autonómicas y a las municipales.
La Observación General nº 4, del Comité sobre los Derechos de las personas con Discapacidad, sobre el derecho a la educación inclusiva. En su punto 61 dice:
«Los Estados partes deben asumir un compromiso amplio e intersectorial con la
educación inclusiva en todo el sistema de gobierno. Los ministerios de educación no
pueden lograr la educación inclusiva por sí solos. Todos los ministerios y las comisiones
con responsabilidades que abarcan los artículos sustantivos de la Convención deben
comprometerse con las implicaciones de un sistema de educación inclusiva (…)»
La escuela es el primer espacio comunitario que pisamos todas las personas. En ella la infancia se encuentra con las mismas dificultades sociales que se va a encontrar en otros espacios. También se deben encontrar en la escuela todas las soluciones a esas barreras, bien como apoyos individuales o bien como recursos colectivos. Medidas, que de darse, deberían en bastantes ocasiones traspasar los muros de los centros para encontrarse en entornos comunes más amplios.
La creación de un sistema educativo que incluya a toda la infancia necesita del engarce con los demás sistemas. Sólo no puede funcionar.