Si partimos de nuestra biología, como especie pertenecemos a los mamíferos, esto nos pone en el grupo de animales sociales e interdependientes. Al igual que los primates o los lobos necesitamos de la comunidad para nuestra supervivencia. Esa impronta desde nuestra identidad más primitiva, nos hace buscar siempre un apoyo para la toma de decisiones, o bien de la familia, amistades o de personas extrañas que consideramos su opinión como relevante porque necesitamos asegurarnos que estamos haciendo lo correcto. Buscamos la opinión de otras personas para cualquier duda que se nos presenta en el día a día, desde la más sencilla y cotidiana, a la más compleja y trascendental.
La necesidad de recibir ayuda, de participar y de sentirnos incluidas en la comunidad no cambia bajo ninguna circunstancia de nuestra vida, por lo que resulta difícil de entender que hayamos ido creando una sociedad pensada para un determinado tipo de persona y con una serie de capacidades. Clasificando a las personas basándonos en una normalidad inexistente. Eliminando de todo contexto comunitario y de toma de decisiones a nuestra condición humana, que no es otra que la interdependencia y la diversidad en todo su abanico de posibilidades.
Hemos ido construyendo mundos paralelos según hemos ido clasificando (edad, sexo, recursos económicos, capacidades,…) y para mantener las distancias de forma insalvable entre esos mundos, hemos tomado una serie de medidas a las que hemos denominado como “especiales” con el fin de hacerlas parecer políticamente correctas, cuando en realidad son actos de discriminación y de deshumanización, negando “lo humano” como valor y como especie.
Necesitamos de una educación que nos dote de las herramientas necesarias para la convivencia, para la participación de cualquier persona en los proyectos de la comunidad. Se trata de que tengamos el mismo lenguaje aunque el idioma sea distinto, de que nos reconozcamos en igualdad siendo diferentes, y de tener las mismas normas para convivir.
Las normas son necesarias para organizarnos, para planificar cualquier acción, individual o colectiva. A quien vive en un mundo «especial», no se le puede exigir un comportamiento con arreglo a unas normas que no sólo desconoce sino que en ciertos momentos, hasta le perjudican por no haber formado parte de su elaboración ni se le ha tenido en cuenta.
El desconocimiento de las normas que corresponden a un determinado contexto social pone a la persona en una situación de vulnerabilidad, al no controlar ni el espacio ni los tiempos en los que se organiza dicho entorno, dejándole en desventaja con respecto de quien sí conoce las normas y controla la situación, con lo que su toma decisiones queda condicionada. Además, puede provocar el rechazo social al no saber comportarse con relación a esas normas, por ejemplo, si se desconocen las normas que rigen la escuela; lo más probable es que se origine un comportamiento que no sea aceptado por el resto y desemboque en una situación incómoda o disruptiva. La solución nunca puede pasar por la expulsión de la escuela o por dejar de acudir al sentir hostilidad, sino por la del conocimiento mutuo y el consenso de las dos partes, haciendo posible la convivencia.
El derecho a estar, conlleva la obligación de saber estar y la comunidad debe hacer todo lo posible para que todo el mundo pueda y sepa estar. La educación es un derecho y una obligación de todo ser humano. Y la comunidad, con sus representantes y distintas administraciones, tiene la obligación de llevar a cabo todo lo necesario para que sea un hecho.
Artículo 24, punto 1. Derecho a la Educación en Inclusión. Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. https://viandalucia.org/articulo-24-educacion/
La creación de mundos diferentes llevan al desconocimiento y miedo hacia el otro. Se invisibiliza y estigmatiza la diversidad humana, creando un imaginario sobre las personas que construye obstáculos y barreras a la convivencia. La educación es uno de los principales instrumentos para eliminar esos obstáculos que impiden el acceso a la comunidad, y la llave para conseguir una serie de apoyos que ayuden a la participación de todas las personas en la construcción de las normas sociales, por las que nos debemos regir para tener una buena convivencia. Así como para conseguir los recursos necesarios para poder tener una libre toma de decisiones y una vida independiente, como son: una renta básica, empleo, vivienda, asistencia personal.
Es muy importante estar desde la infancia incluido en la comunidad, y ser un miembro más, para formar parte de la red de apoyos sociales que se establecen en la escuela y en las comunidades de vecinos del barrio o pueblo. Red social que da seguridad a quien se encuentra incluido en ella. El vecindario proporciona un cuidado no invasivo a cualquier miembro que forme parte de él, pero para eso debe ser un elemento más, conocido y estimado. Si no ha sido incluido o se ha visto apartado de la comunidad, se convierte en un extraño al que no se le tiene en cuenta o al que hay que vigilar.
Punto 52, de la Observación General nº1 de la ONU, 2014. Sobre el Art. 12 de la CDPD: “Igual Reconocimiento ante la ley”. https://viandalucia.org/documentos/informesONU/001-CRPDCGC-1.pdf
La Asistencia Personal es una de esas herramientas de apoyo, que sirve para ayudar en los procesos de aprendizaje, a la inclusión social y a la Vida Independiente; pero como toda herramienta también precisa de un aprendizaje, por eso cuanto antes se empiece a disponer de ella, mejor, para que se incorpore a la vida de la persona de la forma más natural posible, sobre todo si hablamos en edad infantil o adolescencia. Permite mantener el tiempo necesario, sin interrupciones, las estrategias educativas propiciando una mayor autonomía y habilidades tanto personales como sociales.
La Asistencia Personal da seguridad a la persona que la usa, sólo ella puede decidir cuándo, cómo y dónde usarlo.
La escuela debería ver este recurso como un beneficio, y no como un estorbo o perjuicio, el asistente personal después de la familia es quien mejor conoce a la niña o niño y va a saber cuándo y cómo actuar, mientras que los monitores escolares van a tardar un tiempo en conocerle, además la presentación y estancia en la escuela no va a ser tranquila sino en una situación de inseguridad y miedo para el niño o niña, a la que le han quitado su referente de apoyo.
Puntos 13 y 16, de la Observación General nº1 de la ONU, 2014. Sobre el Art. 12 de la CDPD: “Igual Reconocimiento ante la ley”. https://viandalucia.org/documentos/informesONU/001-CRPDCGC-1.pdf
La Vida Independiente es una forma diferente de establecer las relaciones entre las personas y su entorno.
Punto 88, de la Observación General nº5 de la ONU, 2017. Sobre el Art. 19 de la CDPD: “ Sobre el Derecho a vivir de forma independiente y a ser incluido en la comunidad”. https://viandalucia.org/documentos/informesONU/005-CRPDCGC-5-ES.pdf
Para tener una sociedad democrática, una educación basada en el respeto a la diferencia.